La idealización de la maternidad a menudo silencia una realidad dolorosa y mucho más común de lo que se admite: la depresión durante y después del embarazo. Mientras la sociedad espera una felicidad constante, muchas mujeres luchan en secreto contra sentimientos abrumadores de tristeza, culpa y desconexión.
El episodio #58 del podcast «Mundo Interior» Lucy Roldán, presenta el poderoso testimonio de Andrea Tomalá, una mujer que vivió dos depresiones perinatales severas y muy distintas la una de la otra. Su historia no es solo un relato de su lucha, sino una luz de esperanza que demuestra que es posible encontrar una salida y que pedir ayuda es el primer paso hacia la recuperación. Su experiencia es fundamental para visibilizar la depresión perinatal, visibilizando los matices de este complejo desafío para la salud mental materna.
El «apagón»: reconociendo la depresión postparto
El primer embarazo de Andrea fue planeado y profundamente deseado dentro de un matrimonio sano y estable. Ella lo describe como un embarazo «perfecto», lleno de alegría y expectativas. Sin embargo, pocos días después de dar a luz, experimentó un cambio emocional abrupto y desconcertante, al que se refiere como un «apagón». De repente, todo cambió dentro de ella. Confundida y sin encontrar ninguna causa externa que justificara su estado, comenzó una búsqueda desesperada de respuestas a un sentimiento que no comprendía.
Andrea enfrentó un conflicto doble: una batalla interna para justificar sus sentimientos y la inmensa presión del entorno social. Sentía el peso del «qué dirán» y el miedo a ser juzgada por no encajar en la imagen idealizada de la maternidad, esa que se ve en redes sociales y revistas. Psicológicamente, este choque entre la expectativa cultural de una alegría perpetua y la realidad interna de la desconexión es profundamente dañino, ya que intensifica la culpa y el aislamiento, creando barreras que impiden a las mujeres buscar la ayuda que necesitan.
La clave: autorreconocimiento y el valor de pedir ayuda
Los pasos que Andrea tomó a continuación fueron cruciales para su recuperación y ofrecen una guía clara para quienes puedan estar en una situación similar:
- Autorreconocimiento: Su formación académica como maestra, donde había estudiado superficialmente el tema de la depresión, le dio las herramientas para identificar que algo no estaba bien. Este «banco de conocimientos» le permitió reconocer que necesitaba ayuda profesional.
- Comunicación: Tuvo el valor de comunicar cómo se sentía a su esposo y a su familia. El apoyo incondicional que recibió de ellos fue fundamental para no sentirse sola en su proceso.
- Búsqueda de ayuda profesional: La reacción inmediata de su familia fue buscar apoyo especializado. Este paso la llevó a obtener un diagnóstico claro y a iniciar el camino hacia la recuperación.
Cuando la Depresión es Hormonal
El diagnóstico de su psiquiatra fue revelador, se determinó que su cuerpo era «hormonalmente no compatible con los embarazos». Esta explicación reformuló su condición, no como una falla emocional o de carácter, sino como una respuesta fisiológica de su organismo, tan real como cualquier otra enfermedad.
Para ayudarla a comprender y aceptar su diagnóstico, su psiquiatra utilizó una analogía contundente. Le explicó que pedirle a alguien con depresión que simplemente «se ponga bien» es tan ilógico como exigirle a una persona con cáncer o diabetes que se cure por pura voluntad. Esta perspectiva fue clave para eliminar la culpa. Andrea reflexiona sobre esta idea, concluyendo con una lógica irrefutable: «Si dependiera de uno, simplemente no estaríamos así».
La segunda tormenta: Afrontando la depresión durante el embarazo
El segundo embarazo de Andrea no fue planeado, y supo que estaba embarazada porque los síntomas clínicos del «apagón» regresaron primero: el aislamiento social, la falta de apetito y los pensamientos negativos. Esta vez, la experiencia fue «mucho más dura». No solo lidiaba con la depresión mientras gestaba a su segundo bebé, sino que también tenía la responsabilidad de cuidar a su hija mayor, de dos años.
La desconexión fue tan profunda que, durante las ecografías, Andrea era incapaz de mirar el monitor, sumida en un estado de rechazo. La situación se complicó aún más por la imposibilidad de tomar medicación durante los primeros meses del embarazo.
La red de apoyo, los ángeles en el camino
Sabiendo ya a qué se enfrentaba, Andrea actuó de inmediato. Apenas confirmó su embarazo, contactó a su psiquiatra, y a su nueva psicoterapeuta, Lucy Roldán. Andrea se refiere a ellas con profunda gratitud, llamándolas «ángeles que Dios puso en mi camino».
Su desconexión durante la gestación fue tal que su bebé no tuvo nombre hasta el día que nació. En un acto de inmensa gratitud, la llamó Luciana Francesca en honor a ellas. El nivel de apoyo fue extraordinario; Lucy estuvo presente en el hospital el día del parto, llegando incluso antes que el propio ginecólogo para acompañarla en el quirófano.
Lecciones y esperanza: La vida después de la tormenta
Incluso con ayuda profesional, Andrea tuvo que enfrentar batallas emocionales profundas. Su lucha contra el «sentimiento de culpa» por no haber estado «al 100%» para su primera hija es un microcosmos de la batalla social más amplia contra el estigma. También tuvo que aceptar que la medicación le impedía amamantar, un hecho que la obligó a confrontar la idea de que esto no la hacía «ni más ni menos madre». Este proceso de aceptación personal es un acto de resistencia contra las presiones sociales y una parte fundamental de la sanación.
Lucy Roldán, ofrece una poderosa metáfora para entender la depresión: es como una gran tormenta o un tornado. Cuando llega, lo más importante es encontrar un refugio seguro, que en este caso es la ayuda profesional. La clave es tener la confianza de que «la tormenta va a pasar». Metáforas como esta son herramientas terapéuticas eficaces porque externalizan la enfermedad, lo que reduce la autoinculpación y proporciona un marco de esperanza que define la condición como un evento pasajero y no como una identidad permanente.
Un Testimonio para romper el silencio y dar esperanza
El testimonio de Andrea confirma una verdad crucial: la depresión perinatal existe, es más común de lo que se reconoce y demasiadas mujeres la sufren en silencio. Su historia es una prueba contundente de que la recuperación es posible. Como ella misma afirma con convicción, «definitivamente hay salida».
Para conocer la historia completa de resiliencia y esperanza de Andrea, te invitamos a escuchar el episodio completo en el podcast «Mundo Interior». Comparte este artículo y el episodio para ayudar a romper el estigma que rodea la salud mental materna. Si tú o alguien que conoces está pasando por una situación similar, recuerda que no estás sola y que el primer paso para que la tormenta pase es pedir ayuda.