Creemos que para generar un impacto duradero se necesita un plan maestro, un capital considerable y una estrategia impecable. Pero, ¿y si la historia más inspiradora comienza con lo opuesto? Sonia Rendón y Patricia Mcteague iniciaron un proyecto educativo con solo $4,000 en el bolsillo y una visión forjada en la experiencia directa, no solo en una sala de juntas.
En este pódcast, Lucy Roldán junto a sus invitadas, reflexionan sobre el legado que ha transformado vidas durante 45 años. Y en este artículo analizamos 5 lecciones inesperadas que nos deja este capítulo de “Mundo Interior”, sobre cómo una pequeña acción puede generar un eco infinito.
Las 5 Lecciones de la Fundación Nuevo Mundo. La inspiración más poderosa no viene de una idea, sino de «venir y ver».
El origen de la Fundación Nuevo Mundo fue el resultado de un encuentro profundo con la realidad. Para Sonia, la inspiración vino de observar el ejemplo tangible de sus padres y abuelos. Fue el haber visto su compromiso en acción lo que sembró en ella el deseo de dar continuidad a ese legado de servicio.
Para Patricia, que llegó de Estados Unidos, la inspiración fue un choque cultural. Al visitar «El Centro Muchacho Trabajador» en Quito, fue testigo de una pobreza que nunca había imaginado. El choque fue tan profundo que la llevó a cuestionar por qué no existían las redes de apoyo gubernamentales que daba por sentadas en su país. Esta pregunta la impulsó a actuar, a compartir las oportunidades que ella había tenido. Ambas experiencias demuestran que la verdadera motivación nace del contacto directo, de involucrarse.
Lección 2: Para servir a los que no tienen, a veces hay que empezar con los que sí tienen.
Con una visión clara pero solo $4,000 en el bolsillo, Sonia y Patricia recibieron un consejo que definiría su futuro. El padre de Sonia, con un realismo demoledor, las miró y les dijo: «Chicas, con $4,000 no les va a alcanzar ni para el mobiliario». Les sugirió entonces una idea contraintuitiva pero brillante: crear dos escuelas.
Así nació un modelo único y autosustentable. Crearon una unidad educativa para familias con recursos económicos, que inicialmente funcionó en la casa de los padres de Sonia. Los ingresos de esta escuela financiaron la creación de la Fundación Nuevo Mundo, destinada a familias de escasos recursos. La clave del éxito y la dignidad del modelo era que la calidad era idéntica para todos: «los mismos pupitres, las mismas aulas, los mismos profesores”, afirmó Lucy Roldán.
No era caridad, era una oportunidad equitativa y el motor que les permitiría ir mucho más allá del aula.
Lección 3: Educar a un niño de forma aislada no funciona; hay que tejer una red social para toda la comunidad.
Gracias al motor financiero que habían creado, Sonia y Patricia entendieron que el aula era solo una pieza del rompecabezas. Implementaron talleres mensuales con los padres y visitaban sus hogares para comprender su realidad. Este enfoque integral las llevó a crear proyectos que iban más allá de lo académico, como una forma de combatir la desesperación. Según Patricia Mcteague, entendían que «la tendencia entre la gente desesperada es el robo» y querían «mostrar que hay otras opciones».
Fundaron dos centros médicos para combatir la desnutrición e incluso intentaron abrir una panadería, una experiencia que les dejó un gran aprendizaje: «zapatero a tus zapatos». Cada paso reforzaba la idea de que para transformar una vida, hay que fortalecer el entorno que la sostiene. Era la única forma de cultivar la semilla del verdadero éxito: la continuidad.
«Educar a un niño no puede ser un acto aislado, tú tienes que involucrar a la familia porque la familia es la principal educadora en el hogar.» Sonia Rendón.
Lección 4: El éxito real no es que alguien salga de la pobreza, sino que elija regresar para ayudar a otros.
¿Cómo se mide el verdadero éxito de un proyecto social de 45 años? Para las fundadoras, la respuesta es una palabra: continuidad. El mayor logro no es solo que un alumno se convierta en un profesional, sino que use ese éxito para abrir puertas a otros. Un exalumno, tras titularse en Estados Unidos, rechazó excelentes ofertas laborales para volver, afirmando: «Yo tenía que venir a dar aquí a mi país lo que realmente yo aprendí allá».
En otra anécdota, dos médicos se conocieron trabajando en el mismo hospital y descubrieron que ambos habían estudiado en el «Nuevo Mundo»: uno en la escuela de pago y otro en la fundación. Este encuentro no fue una simple coincidencia; fue la manifestación perfecta de su modelo fundacional: dos mundos, educados con la misma calidad, destinados a encontrarse como iguales y a servir juntos a su comunidad.
«Si muere con nosotros, entonces no era efectivo. Pero esos chicos que han recibido esto lo van a pasar a sus hijos.» Patricia Mcteague.
Lección 5: Una crisis devastadora puede ser el catalizador de una misión más pura y necesaria.
El ideal de la continuidad enfrentó su prueba máxima con la pandemia. Al cerrar las aulas, la fundación perdió su única fuente de ingresos y tuvo que cerrar la escuela. Parecía el final, pero en lugar de rendirse, se hicieron la pregunta clave: «¿qué podemos hacer ahora?».
La respuesta fue un giro hacia un programa de refuerzo escolar. Buscando sede, caminaban por las calles del Buijo cuando escucharon que las llamaban. Eran sus exalumnos, que ahora vivían allí, eran padres y tenían a sus propios hijos en escuelas públicas. Ese encuentro les mostró dónde debían estar. Su nueva misión va más allá de lo académico; se centra en el elemento socioafectivo, en hacer que los niños se sientan «acompañados, amados, queridos». La crisis no fue un final, sino el catalizador de una misión aún más esencial.
La historia de la Fundación Nuevo Mundo es un poderoso testimonio de cómo la empatía, la perseverancia y la capacidad de adaptación pueden convertir un pequeño impulso en un legado que se regenera a sí mismo.
Y tú, ¿qué realidad has «visto» de cerca que te inspira a actuar, aunque sea con un pequeño paso?